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  • Laura Meléndez

Hace 227 años nació un icono del romanticismo en Europa: Schubert


Vamos a ponernos más solemnes…el 31 de enero de 1797 nació Franz Schubert, uno de los grandes compositores austriacos de la historia

 

Schubert es considerado introductor del Romanticismo musical y continuó con la sonata clásica siguiendo el modelo de Ludwig van Beethoven, gran compositor de breves composiciones para voz y piano, así como de música para piano, de cámara y orquesta. 

 

Hijo de una familia humilde, fue el duodécimo de trece hermanos. Su profesor de música se percató de su talento y llegó a decirle: «No tengo nada más que enseñarle, el conocimiento lo ha recibido del buen Dios» y a  los 11 años entró como cantor en la Capilla Imperial, consiguió una beca en la escuela municipal de Stadkonvikt y gracias a la orquesta de la escuela para la que escribió sus primeras sinfonías, se familiarizó con la obra de Haydn y de Beethoven.

 

A los catorce años comenzó a crear sus primeras composiciones para voz y piano, poemas musicalizados para voz y piano, y antes de los dieciocho ya había creado algunas obras maestras, como Gretchen am Spinnrade. A los diecinueve años había escrito ya más de doscientos cincuenta obras de este tipo.

 

Pese a sus talentos, su padre pretendía que heredara su profesión, lo que motivó el enfrentamiento entre ambos y el abandonó el hogar. Así comenzó el peregrinaje. Nunca logró mantenerse sólo con sus composiciones y necesitó de la generosidad de amigos, que lo acogían en sus respectivas casas. Schubert tampoco mantuvo una relación duradera ni tuvo hijos, pero se adscribió a un círculo íntimo de amigos que le brindó muchas satisfacciones personales, además de constituir un público fiel y sensible a su arte.

 

Durante sus últimos años, Schubert escribió piezas magistrales, fruto y reflejo de sus experiencias personales con el sello inconfundible de una inagotable inspiración melódica. Por ejemplo, una tensa profundidad marca la Wanderer-Fantasie, o el ciclo de lieder en La bella molinera de 1823, estos últimos inspirados en poemas de Wilhelm Müller.

 

En 1824 escribiría La muerte y la doncella, uno de sus cuartetos más conocidos, y hacia el final de su vida el intenso dolor y el aislamiento dejaron su impronta en el Winterreise de 1827, también con textos de W. Müller.

 

Por aquel entonces, Schubert tenía solamente treinta y un años y acababa de matricularse para estudiar fuga.

 

Una gonorrea, complicada con una fiebre tifoidea, lo condujo a la muerte el 19 de noviembre de 1828. Se decía de Schubert que hacía tiempo andaba por el mal camino, se hablaba de su afición al alcohol y la sensualidad que lo llevó a tener relaciones esporádicas, pero este lado oscuro de Schubert no le hace justicia a un hombre que en sus años de madurez padecía, según muchos biógrafos, de lo que actualmente llamaríamos trastorno bipolar que explicaría que grandes obras quedaran incompletas sin una razón explícita.

 

La obra completa de Schubert se publicó entre 1884 y 1897 en la editorial Breitkopf & Härtel. Fue especialmente relevante, dentro de esta, la edición de las canciones, encomendada al musicólogo y compositor Eusebius Mandyczewski, quien realizó un trabajo tan meticuloso que todavía hoy es de referencia.


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