Si te unieras a un equipo de cirujanos para realizar una operación cerebral, los verías hacer una trepanación o perforación en el cráneo y después, con ayuda de una sierra, retirar una parte del hueso; a través de esa abertura, quizá esperarías ver de inmediato el cerebro pero en lugar de eso, lo primero que aparece es lo que se llama “duramadre”, la capa externa de las tres membranas que protegen el cerebro y la médula espinal.
Cuando el cirujano corta la duramadre, cauteriza los vasos sanguíneos y retira la membrana, por lo que se podrá ver una brillante sustancia gris y blanca que late con suavidad. Esta capa externa del cerebro se conoce como corteza, un término aplicado también a la capa de otros órganos como los riñones y las glándulas suprarrenales. Allí, el cerebro mide 3 milímetros de espesor y contiene millones de células nerviosas que se distribuyen en 6 capas; la corteza controla las funciones más complejas porque se encuentra la zona vinculada con el pensamiento, las sensaciones y el movimiento.
Entre la enorme variedad de términos técnicos empleados en diagramas detallados de la estructura del cerebro, como el cuerpo calloso, los surcos, circunvoluciones, ganglios, entre otros, encontrarás que la corteza es llamada “sustancia o materia gris”, la cual corresponde a aquellas zonas del sistema nervioso central de color grisáceo integradas principalmente por somas neuronales, es decir, es el cuerpo celular de la neurona, dendritas carentes de mielina que sirven como receptores de impulsos nerviosos, junto con células glíales, que intervienen activamente en el procesamiento cerebral de la información en el organismo mediante el transporte de alimentos y energía a las neuronas, así como la comunicación entre ellas.
En la médula espinal, la materia gris se aprecia en su centro y hacia los laterales en forma de mariposa, mientras que en el cerebro ocupa la zona externa, con excepción de los ganglios basales internos que funcionan como estaciones de relevo; en el cerebro se dispone en su superficie formando la corteza cerebral, que corresponde a la organización más compleja de todo el sistema nervioso.
La sustancia gris, al carecer de mielina, no es capaz de transmitir rápidamente los impulsos nerviosos; esta característica se asocia con la función del procesamiento de información, es decir, a la función del razonamiento. La cantidad de esta sustancia muchas veces es vista como directamente proporcional a la inteligencia de un ser vivo; pero como los delfines tienen más sustancia gris que nosotros, no se está seguro de esto.
La materia gris sirve a la información de proceso en el cerebro y dirige estímulos sensoriales a las células nerviosas en el sistema nervioso central donde las sinapsis inducen una reacción a los estímulos; dichas señales alcanzan la materia gris a través de los axones que componen el bulto de la materia blanca en el cerebro, el cerebelo y la espina dorsal; debajo de ésta materia yace la sustancia blanca, que se compone de haces de finas fibras nerviosas que se proyectan como colas. Estos haces unen entre sí varias zonas de sustancia gris y centros nerviosos distribuidos por todas partes del encéfalo.
