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  • Laura Meléndez

La penicilina apareció en el mundo hace 95 años… y ha salvado… muchísimas vidas


El 22 de septiembre de 1928 es una de las fechas que más se recuerdan en la historia de la medicina cuando el bacteriólogo británico, Alexander Fleming, descubrió la penicilina.

Las penicilinas son antibióticos del grupo de los betalactámicos empleados en el tratamiento de infecciones provocadas por bacterias sensibles. La mayoría de las penicilinas son derivados del ácido 6-aminopenicilánico, difiriendo entre sí según la sustitución en la cadena lateral de su grupo amino. La penicilina G fue el primer antibiótico empleado ampliamente en medicina y su descubrimiento se atribuye a Fleming, quien obtuvo el Nobel en Fisiología o Medicina en 1945 con los científicos Ernst Boris Chain y Howard Walter Florey, creadores del método para producir el fármaco en masa.

Aunque se atribuye a Fleming el descubrimiento de la penicilina, culturas de otras épocas llegaron a conocer y emplear las propiedades bactericidas de los mohos mediante la observación y la experiencia, descubriéndose precedentes en la Grecia e India antiguas, en los ejércitos de Ceilán del siglo II, en culturas de regiones como Serbia, Rusia o China, y nativos de Norteamérica.

En el siglo 8 médicos árabes curaban infecciones untando las heridas con una pasta blanca que se formaba en los arneses de cuero con que se ensillaban los burros de carga, y en el siglo 17 farmacólogos y herboristas ingleses, como John Parkington, incluyeron el tratamiento con hongos en los registros de farmacia

Fleming debe su fama al descubrimiento de la penicilina. La utilización de esta sustancia permite tratar enfermedades que, hasta bien entrado el siglo 20 se consideraban incurables. El descubrimiento de la penicilina ha sido presentado como un ejemplo «icónico» de cómo procede el método científico a través de la observación, y de la habilidad singular de Alexander Fleming interpretando un fenómeno casual.

El descubrimiento según Fleming ocurrió el 22 de septiembre de 1928, cuando estaba estudiando cultivos bacterianos de Staphylococcus aureus en el sótano del laboratorio del Hospital St. Mary en Londres. Tras regresar de un mes de vacaciones, observó que muchos cultivos estaban contaminados y los tiró a una bandeja de lysol. Recibió a un antiguo compañero y al enseñarle lo que estaba haciendo con alguna de las placas aún no lavadas, vió que en una de ellas, alrededor del hongo contaminante se había creado un halo de transparencia, lo que indicaba destrucción celular. Fleming aisló y cultivó el hongo en una placa en la que disponía de varios microorganismos comprobando cuáles eran sensibles.

De carácter tímido, Fleming no transmitía entusiasmo sobre su descubrimiento, aunque siguió trabajando en él hasta 1934 que lo abandonó para dedicarse a las sulfamidas. La primera demostración de que la penicilina era útil para la medicina la llevó a cabo en 1930 el patólogo inglés Cecil George Paine, antiguo alumno de Fleming, que intentó tratar la psicosis sin éxito porque el medicamento no era administrado con suficiente profundidad. Sin embargo, tuvo éxito aplicando el filtrado en neonatos para el tratamiento de la oftalmía neonatal el 25 de noviembre de 1930, en un adulto y tres bebés.

La penicilina comenzó a usarse masivamente en la Segunda Guerra Mundial, donde se hizo evidente su valor terapéutico. Desde entonces, se ha usado con eficacia en el tratamiento de muchos gérmenes infecciosos. En realidad, la penicilina inició la era de los antibióticos, sustancias que han permitido aumentar los índices de esperanza de vida en prácticamente todo el mundo.



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