Estuvo cerca de salirse con la suya...
El Tribunal Supremo de Israel determinó este miércoles aplazar la aplicación de una ley aprobada en marzo pasado por el Parlamento, que blindaba al primer ministro Benjamín Netanyahu de ser recusado o declarado no apto para ejercer las funciones de su cargo.
El fallo fue aprobado por votación de 6-5, y con ello, se determina que la aplicación de la ley “se pospondrá hasta que la próxima Knéset comience su mandato”, tras celebrarse elecciones generales, es decir, cuando se elija nuevo primer ministro.
La coalición de ultraderecha de Netanyahu, que tiene 64 de los 120 escaños del Parlamento, impulsó la enmienda a la Ley Básica para evitar que el fiscal general o el tribunal pudieran considerar que el primer ministro tiene un conflicto de intereses, al promover una reforma judicial mientras enfrenta procesos por corrupción, y ordenaran su dimisión.
El Tribunal Supremo señaló en su fallo que es “de naturaleza claramente personal y que constituye un abuso de autoridad”, aunque no derogó la enmienda, pero para el Movimiento para un Gobierno de Calidad en Israel, ONG que presentó el recurso contra la enmienda ante el Supremo, el fallo es “gran victoria pública”.
Para esta organización, la enmienda era “absurda, toscamente adaptada a las necesidades personales de un primer ministro acusado de crímenes”.
Agrega que el fallo del tribunal “contiene un mensaje importante: las Leyes Básicas no son un pedazo de masilla en manos del primer ministro, que puede cambiar por otras nuevas según sus necesidades políticas y legales, con la mayoría ocasional que posee” en el Parlamento.
Apenas el lunes, el Tribunal Supremo anuló una ley clave de la cuestionada reforma judicial, que quitaba poder a la propia corte para revisar y revocar decisiones gubernamentales en base a si éstas son razonables o no.
Desde que la reforma judicial fue anunciada hace un año, un enorme movimiento de protesta antigobierno, que considera que la reforma socava la democracia, la división de poderes y los derechos de las minorías, llevó a cabo concurridas manifestaciones cada semana, y no pararon hasta que estalló la guerra entre Israel y el grupo islamista Hamás, el 7 de octubre.
Hay quienes piensan con cierta razón, que la polarización social desvió al Gobierno de sus tareas de Seguridad y facilitó el ataque de Hamás que detonó la guerra.
