Este 21 de febrero recordamos que fue hace justo hace 220 años, que se realizó el primer viaje de una locomotora de vapor, gracias a la invención del ingeniero británico Richard Trevithick, a pesar de que la historia no le dio este crédito.
Fue el 21 de febrero de 1804…el hecho causo furor en un mundo ávido de progreso y desarrollo…
El transporte de mercancía pesada sobre largas distancias fue una tarea que el ser humano organizó desde civilizaciones antiguas. Sin embargo, fue hasta el siglo 16 cuando aparecieron los primeros indicios del ferrocarril como tal, gracias a mineros alemanes que transportaban subterráneamente vagones sobre dos series de maderas planas; dos siglos después los maderos fueron sustituidos por lingotes de hierro y la rueda hizo su aparición.
La Revolución Industrial de fines del siglo 18 exigió formas más eficaces de llevar materia prima a las nuevas fábricas y trasladar desde éstas los productos terminados; Trevithick, quien fue ingeniero de minas, tuvo desde su juventud la intención de producir una locomotora de vapor y en sus primeros trabajos hizo un modelo a escala donde la caldera y el motor se unían en una sola pieza, se llenaba de agua caliente e introducía una barra de hierro al rojo vivo en un tubo en el interior que generaba el vapor y movía el motor.
En Navidad de 1801 produjo un modelo de mayor tamaño para realizar un trayecto con unos amigos. Luego de ello, Richard viajó a Londres para mostrar su trabajo a científicos de la época como James Watt, quien patentó esta idea tres décadas antes.
En febrero de 1804 Trevithick produjo la primera locomotora de vapor en el mundo que funcionó exitosamente sobre rieles. El proyecto inició dos años antes cuando construyó una versión de gran tamaño de sus modelos a escala; primero la introdujo en un bastidor, estructura metálica que soporta la carrocería de un vehículo, y formó lo que conocemos hoy como “locomotora”. La patente la vendió en 1803 a Samuel Homfray, el propietario de la ferrería en la que trabajaba, quien estaba impresionado con el invento e hizo una apuesta con un competidor industrial de que la locomotora podía arrastrar 10 toneladas de hierro por unas vías hasta el pueblo de Abercynon.
La apuesta se realizó el 21 de febrero de 1804, cuando la máquina Penydarren realizó un trayecto de 9 millas y alcanzó velocidades de casi 8 km/h, arrastrando cinco vagones cargados con 10 toneladas de acero y 70 hombres sobre una vía de 15 km de largo localizada en el sur de Gales. Lo más llamativo de esta estructura era el gran volante que se adoptó de las máquinas estacionarias de la época; aunque funcionaba, la locomotora no tuvo éxito porque era muy pesada para las vías de hierro fundido.
Tuvieron que pasar dos décadas para desarrollar dichas vías gracias a George Stephenson, quien en 1825 construyó la máquina Locomotion para la línea que cruzaba los poblados de Stockton y Darlington, al noreste de Inglaterra, siendo la primera locomotora de vapor que arrastró trenes de transporte público.
En 1829, Stephenson construyó la máquina The Rocket y creó la primera constructora de locomotoras de vapor utilizadas en líneas de Europa y Estados Unidos. Un año más tarde se inauguró la primera línea de ferrocarril interurbano de Liverpool a Manchester, y en Estados Unidos se inauguró el primer tramo de la línea entre Baltimore y Ohio.
En los años siguientes, el éxito de las locomotoras de vapor hizo que las líneas de ferrocarril y las locomotoras se extendieran por todo el mundo.
Trevithick, sin suerte ni respaldo financiero regresó a trabajar como ingeniero de minas y nunca se reconoció su esfuerzo como impulsor en el desarrollo práctico de las locomotoras de vapor y la Cámara de los Comunes le negó una pensión del gobierno.
Sumido en la pobreza, Trevithick murió en Bull Inn, Dartford el 22 de abril de 1833.
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