Abordar el racismo y su impacto en la salud mental requiere un enfoque integral que incluya concientización, políticas antidiscriminatorias y apoyo comunitario, coincidieron expertas y expertos durante el Foro Internacional “Racismo, género y salud mental”, organizado por la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama).
El titular de Conasama, Juan Manuel Quijada Gaytán, dijo que este espacio se organizó para abordar uno de los desafíos más profundos que enfrenta la sociedad, como es el racismo y la discriminación, ya que tienen gran impacto en el bienestar integral de la población.
Dentro de las consecuencias a la salud mental, señaló que el racismo puede provocar estrés crónico, ansiedad, depresión y afectaciones al autoestima y confianza de las personas.
El representante en México de la OPS/OMS, José Gerardo Moya Medina, dijo que la nueva Agenda para la Salud Mental de las Américas de la OPS subraya la importancia de colaborar con pueblos indígenas, afrodescendientes y otros grupos étnicos para comprender y abordar el racismo y la discriminación racial.
Dicha agenda propone la elaboración de planes de acción específicos para combatir el racismo, el fortalecimiento de leyes y políticas antirracistas, y la implementación de intervenciones. Este enfoque busca integrar perspectivas diversas y combatir inequidades estructurales en la salud mental.
La directora general en Conasama, Evalinda Barrón Velázquez, dijo que las políticas antidrogas fallidas se basaron en prejuicios racistas, en nociones estigmatizantes sobre quienes consumían sustancias. Además, señaló que estas políticas se usaron para criminalizar a personas de bajos ingresos y comunidades históricamente marginadas.
Reconoció que desde 2019 se vivió un cambio de paradigma en este tipo de políticas. “Ahora trabajamos por la salud mental; ahora los planes de justicia son el nuevo instrumento para dar atención a pueblos indígenas y afrodescendientes”.
Señaló que las personas racializadas experimentan múltiples barreras al buscar apoyo de salud mental, como un menor acceso a los servicios o poca disponibilidad de proveedores de servicios en la materia con pertinencia cultural.
Resaltó que la Estrategia Nacional para la Prevención de Adicciones incluyó una línea de trabajo para atajar el racismo, la cual tiene como objetivo impactar en aquellas condiciones que, por el racismo, pueden aumentar el riesgo a vivir una condición de salud mental o consumir sustancias psicoactivas.
Hizo un llamado a mantener el trabajo conjunto para derribar las barreras de exclusión social bajo la consigna “no hay salud sin salud mental, y no hay salud mental sin justicia social, dejando de lado el racismo”.
La profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro de Brasil, Rachel Gouveia Passos, apuntó la importancia de construir estrategias teóricas y también acciones en territorio, prácticas de resistencia y afirmación de la salud mental de la población afrodescendiente, de la comunidad de la diversidad y de las mujeres.
Resaltó la importancia de construir servicios de salud mental lejos de una mirada racista, ya que históricamente se les ha vinculado con actos de discriminación, violencia e internamiento forzado.
Por último, la subdirectora de Vinculación Social del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), Joanna Lisset Rosales González, destacó que este foro nutre conocimientos, elimina prejuicios y cambia narrativas de discriminación.
Señaló que el racismo y el sexismo pueden afectar la salud mental; además, limitan la obtención de ayuda y obstaculizan o anulan el reconocimiento o ejercicio de los derechos.
Resaltó la importancia de ampliar el conocimiento de las consecuencias de la discriminación y considerar sus efectos negativos en la reproducción y la profundización de la desigualdad social.
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