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Fuga de líquido en el cerebro que puede imitar al Alzheimer

  • Laura Meléndez
  • hace 53 minutos
  • 3 Min. de lectura
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En México, más de 1.3 millones de personas viven con Alzheimer, enfermedad que representa entre el 60 y 70% de los casos de demencia y afecta sobre todo a quienes superan los 65 años. Sin embargo, no toda pérdida de memoria equivale a demencia. Existe un padecimiento mucho menos conocido que puede imitar sus síntomas e incluso confundir a los especialistas: la fuga de líquido cefalorraquídeo (CSF leak, por sus siglas en inglés).


El Dr. Alex Hoang, neurocirujano especializado en neurocirugía cerebrovascular del Hospital Houston Methodist, explica que el líquido cefalorraquídeo “rodea y protege al cerebro y la médula espinal, funcionando como un colchón natural”. Cuando ocurre una fuga, el cerebro pierde parte de esa protección y comienzan los problemas. El más frecuente es un dolor de cabeza persistente que cambia según la postura.


“El signo más común es un dolor que empeora al estar de pie y mejora al acostarse”, detalla el Dr. Hoang. Este patrón, conocido como cefalea ortostática, debería ser una pista clara, pero con frecuencia se confunde con migrañas u otros trastornos.


A este síntoma se suman mareos, náuseas, vómito, visión borrosa y la llamada “niebla mental”: esa sensación de lentitud para pensar o confusión que interfiere con tareas cotidianas. Cuando la fuga proviene del cráneo, también puede aparecer goteo por la nariz o la garganta, con un característico sabor metálico.


Una condición que imita la demencia


Uno de los mayores riesgos de no detectar una fuga es la similitud de sus manifestaciones con enfermedades neurodegenerativas. “El cerebro literalmente se hunde un poco por falta de líquido, ejerciendo presión en los lóbulos frontales. Esto genera pérdida de memoria, dificultad para concentrarse y problemas en tareas simples, lo que en ocasiones se confunde con Alzheimer”, explica el Dr. Hoang.


No son pocos los pacientes que pasan años con diagnósticos erróneos antes de descubrir la verdadera causa de sus malestares. En algunos casos, esta confusión retrasa el tratamiento y agrava el impacto en la calidad de vida. “He tenido pacientes que pasaron años sin diagnóstico y otros que incluso desarrollaron ceguera por la presión en el nervio óptico”, añade el especialista.


El reto para los médicos es reconocer a tiempo esta condición. El primer paso es escuchar con detalle los síntomas: ese dolor de cabeza que mejora al recostarse y empeora al levantarse es la señal más clara. A partir de ahí, estudios de resonancia magnética en cerebro y columna permiten ubicar el sitio exacto de la fuga. “Encontrar una fuga es como buscar una aguja en un pajar, porque puede estar en cualquier punto de la columna vertebral”, advierte el especialista. 


Opciones de tratamiento y riesgos de no atenderse


El abordaje terapéutico depende del origen de la fuga. Cuando ocurre en la base del cráneo, puede repararse mediante cirugía mínimamente invasiva a través de la nariz o el oído. En la columna existen alternativas como inyecciones de un pegamento especial que sella la salida, o procedimientos quirúrgicos más complejos. “En el Hospital Houston Methodist usamos un enfoque multimodal y un equipo multidisciplinario para encontrar y tratar la fuga con la técnica más adecuada para cada paciente”, afirma el Dr. Hoang.


Ignorar el problema puede tener consecuencias graves: desde un deterioro progresivo de la calidad de vida hasta complicaciones que ponen en riesgo la salud. El especialista ha documentado casos que van desde dolores incapacitantes hasta hemorragias cerebrales derivadas de la presión anormal en el sistema nervioso central.


Por eso, el seguimiento tras el tratamiento resulta esencial. Algunos pacientes pueden presentar lo que se conoce como “cefaleas de rebote” o desarrollar nuevas fugas. Las revisiones periódicas permiten asegurar que la recuperación sea completa y sostenida.


La frontera de la investigación


Aunque el conocimiento sobre esta condición ha avanzado en los últimos años, todavía queda mucho por descubrir. Uno de los hallazgos más recientes es la fístula venosa de líquido cefalorraquídeo, un tipo de fuga en la que el líquido se filtra hacia la vena epidural. “Apenas en los últimos años hemos aprendido a detectarla mejor y estamos desarrollando nuevas técnicas para tratarla”, comenta el Dr. Hoang.


En el Hospital Houston Methodist, la investigación se centra en perfeccionar las técnicas de imagen para aumentar su sensibilidad y mejorar los procedimientos de sellado. El objetivo es claro: ofrecer diagnósticos más rápidos y tratamientos más eficaces que eviten años de incertidumbre a los pacientes.


El mensaje final del especialista es contundente: no todo lo que parece demencia lo es. “Si el dolor de cabeza mejora al acostarse y empeora al levantarse, no es normal. Puede ser la señal de una fuga de líquido y merece atención médica inmediata”.

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