
La obispa Mariann Edgar Budde, acaparó las miradas y las notas periodísticas el pasado martes tras exponer frente al presidente estadounidense Donald Trump la delicada situación de millones de migrantes que están bajo la amenaza de la deportación siendo personas honestas, trabajadoras y que pagan sus impuestos.
Budde ofició la ceremonia religiosa en la Catedral Nacional de Washington con la que se puso en marcha la agenda del presidente convicto tras asumir el cargo el 20 de enero, y hay medios en la Unión Americana que la califican de " obispa valiente" mientras el presidente Donald Trump dijo que tiene "un tono desagradable" y "no es convincente ni inteligente".
Luego de ser la figura central del acto religioso por su mensaje claro, abierto y contundente, la obispa habló con medios sobre lo ocurrido, y dijo que no sentía que haya necesidad de disculparse “por una solicitud de misericordia", y además, rechazó ser "radical de izquierda" que odia a Trump, como quiso describirla el republicano, exhibido en la ceremonia religiosa ante familiares., amigos, colaboradores y millones de personas que seguían el evento a través de medios convencionales y digitales.
Entrevistada por la cadena pública de radio y televisión NPR. Budee aseguró que no odia a Trump y que incluso reza por él.
El diario The New York Times le dedica un artículo donde elogia a la obispa, primera mujer en llegar a ese cargo en su iglesia Episcopal, que es parte de la comunidad de la Iglesia Anglicana. El diario cita además declaraciones de Budde, quien dijo que "tal vez fue ingenuo de mi parte. Cuando decidí suplicarle al presidente, pensé que lo tomarían de manera diferente, porque era un reconocimiento de su posición, su poder actual y los millones de personas que lo pusieron ahí”.
Mirando a Trump, que es presbiteriano, otra iglesia protestante, la obispa le señaló que "millones de personas han depositado su confianza en usted. Y como usted le dijo a la nación ayer, usted ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso. En el nombre de nuestro Dios, le pido que tenga misericordia de la gente de nuestro país que ahora está asustada".
El mandatario convicto no solo empezó a cumplir su amenaza de perseguir y expulsar del país a los migrantes que sean ilegales o hayan cometido delitos, sino que le exigió a Budde que se disculpara por lo que dijo, algo que la obispa aclaró ya a NPR que no piensa hacer.
Sin embargo, lamentó que sus palabras en la catedral hayan "provocado esa respuesta, en el sentido de que en realidad confirmó lo mismo de lo que estaba hablando antes, que es nuestra tendencia a indignarnos y no hablarnos unos a otros con respeto".
“Necesitamos compasión. Necesitamos empatía", agregó Budde, quien estima "peligroso hacer generalizaciones y, en particular, hablar de los inmigrantes como si todos fueran criminales o de los niños transgénero como si de alguna manera fuesen peligrosos".
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