Desde la conclusión de la Segunda Guerra del Líbano en 2006, funcionarios de seguridad y miembros de las Fuerzas de Defensa de Israel no percibían un riesgo de guerra con el grupo del Hezbolá tan elevado como ahora. En un comunicado luego de ser informado de la situación de riesgo en la frontera norte por altos mandos de seguridad, el premier israelí, Benjamín Netanyahu, advirtió al líder de la milicia chiita libanesa, Hasan Nasrala, que "no nos ponga a prueba". El dirigente del estado judío, quien sigue al frente del gobierno pese a tener cuentas pendientes con la ley por presuntos casos de corrupción, fue informado además junto con un pequeño grupo de ministros sobre un intento de contrabando de armas en la frontera jordana que, según funcionarios, tenía como destino suplir a terroristas en Cisjordania. En el informe del Ejército sobre el asunto, se precisa que se están llevando a cabo intentos de incitar al terrorismo en la zona con fondos transferidos por los movimientos islamistas Hamás y Yihad Islámica, usando para ello bancos locales. Los expertos estiman que pese a las crecientes tensiones, los funcionarios de inteligencia militar israelíes creen que Nasrala está interesado en iniciar una guerra pero que, por primera vez en 17 años, está dispuesto a poner a prueba la paciencia de Israel y, si fuera necesario, participar en una serie de combates de varios días. La situación es explosiva en una zona de elevada tensión como la frontera con Líbano, y cualquier error de cálculo podría desatar un conflicto de mayor escala.
