De pena ajena el número de páginas al que ha llegado el periódico Reforma y a un precio cada vez más alto, también de seguro con un tiraje mediocre para la ínfulas que se da como un medio de gran circulación, cuando en realidad esto ya no es cierto.
Treinta pesos cuesta el ejemplar y sus páginas están vacías de publicidad, que en otros tiempos provenía en abundancia del gobierno y de sus triquiñuelas con políticos encumbrados que los llenaban de dinero y privilegios.
Pero los tiempos han cambiado, ya que el presupuesto del estado para publicidad se ha restringido a menos del 30 % de los de antes, por lo que el Reforma, y otros periódicos mal llamados hoy de gran circulación, se encuentra casi en bancarrota.
Contrariamente a esto, los nuevos medios de información a través de internet han ido ocupando los espacios que, por la crisis de los medios tradicionales: prensa, radio y televisión, éstos ya no cubren en su totalidad, y están dejando a internet un amplio expectro de necesidades de información en México.
Durante los regímenes anteriores al de la 4T, La Prensa llegó a tener un tiraje de 500,000 ejemplares diarios; hoy no sobrepasa los 50,000.
Según trabajadores de Reforma, del área de impresión del periódico, hay días de la semana en que la edición de ese periodo se reduce a 30,000 ejemplares.
¿Sabrán esto las agencias de publicidad y los escasos anunciantes que tienen ese medio?
En cambio, hasta el más modesto informativo de papel rebasa los 25,000 seguidores, y no se diga los más prestigiados, que llegan a millones.
Mal acostumbrados a poner sus páginas al servicios de los intereses más oscuros, a cambio de publicidad y prebendas, hoy la prensa nacional en general sufre una gran crisis por falta de aquellos recursos ilícitos o chayoteros que generosamente recibían disfrazados de propagaba legal.
Descuidaron atraer publicidad de anunciantes privadas pagada por dedicarse a golpetear a quien ni siquiera imaginaron que llegara a ser presidente y hoy, además de no tener los millonarios ingresos con que antes engrosaban sus arcas, viven en el descrédito y la pérdida de lectores por su falta de ética profesional y el cuento de que ya venía el lobo y el lobo nunca llegó.
Pero su problema mayor no es el estado de inanición en que se encuentran. Según encuestas de probada confiabilidad, si hoy fueran las elecciones presidenciales Morena volvería a arrasar, y entonces muchas de esas empresas pseudo periodísticas se verán forzadas a cerrar su puertas, igual que los bancos que están quebrando en Estados Unidos.
Mientras tanto, La Jornada, que supo interpretar a tiempo de qué lado soplaban los vientos, económicamente hablando atraviesa por uno de sus mejores momento, y no sólo por concepto de publicidad estatal, sino también de la iniciativa privada.
Bien reza el dicho, cuando Dios da, da a manos llenas y hasta las costales presta.
La desgracia y los infortunios del Reforma, y de otros periódicos y medios tradicionales quebrantados en sus finanzas, es que le apostaron al Dios de la fake news y el tiro les salió por la culata.
Lejos, muy lejos están aquellos tiempos en que la calle 5 de Mayo, y sus perpendiculares de San Lorenzo y Municipio Libre, en la Colonia Santa Cruz Atoyac, eran invadidas por enormes camiones, camionetas y repartidores durante la madrugada para recoger los miles de ejemplares que el Reforma imprimía en sus modernísimas rotativas.
Hoy esta actividad brilla por su ausencia.
Y a sus vecinos ya los dejan dormir tranquilos. Algo que seguramente Alejandro Junco de la Vega no ha podido hacer en lo que va del sexenio de López Obrador.
...y lo que le falta si la 4T repite en el 2024.
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