Siempre se ha dicho que los popotes de plástico son contaminantes y la alternativa que se ofreció a los consumidores fue usar los de papel.
Está vez, un nuevo estudio analizó popotes de distintos materiales, y se descubrió que las sustancias químicas eternas, llamadas así por su vida media muy larga y su capacidad para ascender por la cadena alimentaria, se exiaten con más frecuencia en los popotes de papel y bambú.
El informe apunta que productos químicos como perfluoradas y polifluoradas, están presentes en el 90% de los popotes de papel analizados, mientras que las de bambú quedaron atrás con 80% de presencia de estos carbonos.
Las de plástico contenían esos químicos en el 75% de las ocasiones, y más atrás se colocaron las de vidrio, con dichas sustancias en el 40% de las muestras analizadas.
Las de acero inoxidable obtuvieron los mejores resultados, sin presencia alguna de químicos en las muestras.
La sustancia más común hallada fue el ácido perfluorooctanoico, prohibido en la mayoría de los países, que sigue presente en productos que se venden en Estados Unidos.
Además, de acuerdo con el estudio, también se encontraron en los popotes ácido trifluoroacético y ácido consultorio, sustancias químicas solubles en agua, lo que significa que es probable que se filtren en las bebidas.
Así, y a pesar de que los popotes fabricados con materiales vegetales, como papel y bambú se anuncian como más sostenibles y respetuosas con el medioambiente que las del plástico, la presencia de los químicos en estos artículos significa que "eso no es necesariamente cierto", afirma Groffen, autor del estudio.
Groffen precisa que "no está claro cómo acabaron esas sustancias en los popotes, pero dado que se han utilizado para repeler el agua en productos desde la década de 1940 y se encontraron en todas las marcas, una de las posibles explicaciones es que estuvieran en el suelo en el que crecieron las plantas o en el agua utilizada durante el proceso de fabricación".
