Este viernes 13 de septiembre, los estudiosos de la medicina recuerdan a un médico del ejército de Estados Unidos que dirigió en 1900 al equipo que confirmó que la fiebre amarilla se transmite por mosquitos, lo que abrió campos nuevos en epidemiología y biomedicina: Walter Reed.
Nació el 13 de septiembre de 1851 en Belroi, una comunidad de la región oriental de la península de Middle en Virginia. En esa ciudad fue en la que se crió durante la infancia y adolescencia; después de sesiones durante 2 años en la Universidad de Virginia, Reed completó el título de Doctor en Medicina en 1869, a la edad de 17 años.
Se matriculó en el Instituto Médico del Hospital Bellevue de la Universidad de Nueva York en Manhattan, donde obtuvo un segundo doctorado en Medicina en 1870. Después de hacer prácticas en varios hospitales de la ciudad de Nueva York, fue miembro del Consejo de Salud de Nueva York hasta 1875.
Con su juventud aparentemente limitando su influencia, Reed se unió a los Cuerpos Médicos del Ejército de los Estados Unidos, tanto por sus oportunidades profesionales y por la modesta seguridad económica que podía proporcionar. Así, pasó la mayor parte de su carrera en el Ejército hasta 1893 en destinos peligrosos en el Oeste Americano, en cierto momento, vigilando varios cientos de indios apache. Durante uno de sus últimos viajes, completó un curso avanzado en patología y bacteriología en el Laboratorio de Patología del Hospital Universitario Johns Hopkins.
Reed se unió a la facultad de la recientemente abierta Escuela Médica del Ejército en Washington, D. C. en 1893, en la que ocupó un cargo en la cátedra de Bacteriología y Microscopia Clínica. Además de sus responsabilidades como profesor, ejerció activamente en proyectos de investigación médica y sirvió como el encargado del Museo Médico del Ejército, que más tarde se convirtió en el Museo Nacional de Salud y Medicina.
Reed viajó por primera vez a Cuba en 1899 para estudiar las enfermedades en los campamentos del Ejército de los Estados Unidos; sin embargo, la fiebre amarilla se convirtió en un problema para el Ejército durante la Guerra Hispano-Estadounidense, por lo que miles de soldados fallecieron en la isla. En mayo de 1900, Reed, ya en grado de mayor, regresó a Cuba cuando fue jefe de la junta militar encomendado por el Cirujano General George Miller Sternberg para examinar las enfermedades tropicales, incluyendo la fiebre amarilla.
En esta etapa, el consejo confirmó la transmisión por mosquitos y desmintió la creencia común de que la fiebre amarilla podía ser transmitida por la ropa común o la de cama sucia por los fluidos corporales y excrementos de los enfermos de fiebre amarilla - artículos conocidos como fomitas. Por ende, se llevaron a cabo muchos de su serie de dramáticos experimentos en el Campamento Lazear. El arriesgado pero fructífero trabajo de investigación fue hecho con personas voluntarias, incluyendo parte del personal médico que permitieron ser infectados deliberadamente. El trabajo de investigación fue en gran parte responsable de contener las tasas de mortalidad de la fiebre amarilla durante la construcción del Canal de Panamá, finalizada en 1914.
Después del retorno de Reed de Cuba en 1901, continuó hablando y publicando sobre la fiebre amarilla, recibiendo títulos honoríficos de Harvard y la Universidad de Míchigan en reconocimiento a su trabajo seminal. Walter Reed murió el 23 de noviembre de 1902, luego de que su apéndice se reventara y surgiera, como consecuencia, una peritonitis, cuando tenía 51 años de edad. Fue enterrado en el Cementerio de Arlington, Texas.
Su gran avance en la investigación de la fiebre amarilla es considerado un hito en biomedicina, por lo que múltiples hospitales para el público, el ejército, legisladores y presidentes, llevan su nombre, junto con centros de investigación.
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