Un ciclón tropical es un término meteorológico usado para referirse a un sistema tormentoso caracterizado por una circulación cerrada alrededor de un centro de baja presión y que produce fuertes vientos y abundante lluvia; este fenómeno extrae su energía de la condensación de aire húmedo, por lo que produce fuertes vientos.
Se distinguen de otras tormentas, como las bajas polares, por el mecanismo de calor que las alimenta, que las convierte en sistemas tormentosos de "núcleo cálido"; dependiendo de su fuerza y localización, un ciclón puede llamarse “depresión tropical”, “tormenta tropical”, “huracán”, “tifón” si ocurre en las Islas Filipinas o en Asia, o simplemente “ciclón”.
El vocablo deriva de los trópicos, que son los paralelos que atraviesan las latitudes donde la eclíptica y la esfera de la Tierra se cruzan, así como de su naturaleza ciclónica, es decir, debido a que se forman por lo general en océanos calientes o tropicales y de ahí succionan la energía de la evaporación y la condensación.
En tanto, el término "tropical" se refiere tanto al origen geográfico de estos sistemas, que se forman en las regiones intertropicales del planeta, como a su formación en masas de aire tropical marino.
Cada año se prepara una lista con los nombres que recibirán los huracanes que se vayan sucediendo a lo largo de la temporada; dichas listas, que se repiten cada 6 años, incluyen un nombre por cada letra del alfabeto y alternan nombres masculinos con femeninos. El uso de este procedimiento se debe a la precisión y facilidad que supone para la comunicación escrita y hablada el usar nombres de personas en lugar de otras denominaciones que se utilizaban antes.
Y es que durante muchos siglos, el bautismo de los huracanes se determinaba por el santo del día en que manifestaban su poder de destrucción en una zona concreta; así, en 1825, el huracán de Santa Ana sería recordado por azotar Puerto Rico el 26 de julio.
El meteorólogo australiano Clement L. Wragge fue el primero en referirse a huracanes a finales del siglo XIX, utilizando nombres propios de mujeres y sirviéndose de nombres bíblicos. Ya en 1953, en Estados Unidos se decidió identificar a las tormentas con nombres de mujer, abandonando con ello la tradición de nombrarlas mediante el alfabeto fonético; más tarde, en 1978, se incluyeron nombres de hombres a las tormentas del Pacífico Norte Oriental.
La unificación vendría un año más tarde, cuando la Organización Meteorológica Mundial y el Servicio Meteorológico de Estados Unidos decidieron alternar nombres de hombres y mujeres para el nombramiento de tormentas. Cada zona del planeta que sufre huracanes, ciclones o tormentas tropicales tiene su propia lista.
En algunas ocasiones, cuando un huracán resulta especialmente destructivo, su nombre es retirado y sustituido en la lista por uno que empieza por la misma letra, por lo que cualquier país que se vea gravemente afectado por un huracán tiene la posibilidad de solicitar la retirada de su nombre. De esa forma, no podrá ser utilizado durante al menos los 10 años siguientes para evitar confusiones.
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