El diario The New York Times retoma en una publicación el caso Ayotzinapa, y señala que cerca de 23 mil mensajes de texto inéditos, además de declaraciones de testigos y documentos de investigación suministrados por la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos a las autoridades de México demostrarían la colusión entre el cártel Guerreros Unidos con militares y políticos de nuestro país en la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.
Así, se confirmaría aún más la colusión de agentes de la Policía con los narcotraficantes.
Según la información obtenida por The New York Times, hubo policías y funcionarios gubernamentales entre quienes ayudaron a los narcotraficantes a levantar y asesinar a los estudiantes o sabían lo que ocurría en Iguala la noche del 26 de septiembre de 2014 y no hicieron nada para detenerlo.
Más aún, intentaron ocultar su participación en la desaparición de los jóvenes de la escuela Isidro Burgos.
Ninguno de los mensajes obtenidos por el periódico se refiere directamente a esa noche, pero reflejan que el grupo criminal de Guerreros Unidos estaba preocupado por el avance en su territorio de bandas rivales.
Las pesquisas indican que los mafiosos confundieron los autobuses que transportaban a los estudiantes con una banda rival enemiga y ordenaron de atacar.
También se reveló que estaba involucrado un médico forense, cuya familia operaba un crematorio, donde posiblemente era desaparecida gente sin dejar rastro, y buen pudieron ser incinerados ahí los cuerpos de los normalistas de Ayotzinapa.
Los mensajes también evidencian que Guerreros Unidos amenazaban y pagaban a funcionarios del Gobierno de Guerrero para asegurar su colaboración, además de pagaba cuotas regulares a policías para
recibir información o resolver problemas con autoridades que no cooperaban.
El Gobierno mexicano interceptó conversaciones telefónicas del cártel incluso años después del secuestro de los normalistas, y descubrieron que sus nexos con las autoridades seguían siendo fuertes.
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