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Laura Meléndez

No solo es el nombre de una calle, hay mucho significado en su vida: Fray Servando Teresa de Mier


Este 18 de octubre se conmemora el nacimiento de un ex fraile dominico, sacerdote liberal y escritor de numerosos tratados sobre filosofía política en el contexto de la independencia de México. vida y obra de Fray Servando Teresa de Mier, a 258 años de su natalicio.

 

Nacido el 18 de octubre de 1765 en Monterrey, Nuevo León, José Servando Teresa de Mier y Noriega y Guerra era miembro de una familia de la alta burguesía criolla; de hecho, su padre, Joaquín de Mier y Noriega, llegó a ser regidor del Ayuntamiento y gobernador de Monterrey, en Nuevo León. 

 

A los 16 años ingresó a la Orden de Predicadores Dominicos de la Ciudad de México, además de estudiar filosofía en el Colegio Pontificio de Regina Porta Coeli, donde se ordenó sacerdote. Después obtuvo un doctorado en Teología por la Real y Pontificia Universidad de México; sin embargo, luego de dar un discurso en el que cuestionaba las apariciones de la Virgen de Guadalupe, el arzobispo de México Alonso Núñez de Haro y Peralta lo excomulgó y envió a prisión.

 

Tras pasar dos meses en la fortaleza de San Juan de Ulúa, en junio de 1795 embarcó a Cádiz, donde estuvo exiliado por 10 años. Además, se le prohibió el ejercicio de la enseñanza, la enunciación de sermones o la realización de confesiones, sin mencionar que le quitaron el grado de doctor.

 

Pero tras intentar escapar, sin éxito, del convento de Caldas, fue confinado en el convento de San Francisco, en Burgos. En ese tiempo, intentó apelar su serie de castigos ante teólogos de la Inquisición, quienes determinaron que no hubo blasfemia ni herejía; sin embargo, las influencias ejercidas por el obispo Nuñez de Haro impidieron su absolución. En 1801 se escapó de nuevo y se refugió en varias ciudades de Francia, donde abrió una academia para la enseñanza de la lengua española, además de traducir libros.

 

Cuando volvió a Madrid, fue encerrado por tercera vez, ahora por una sátira en apoyo a la causa independentista mexicana; tras ser enviado a Sevilla, de donde otra vez escapó y fue arrestado, el Papa Pío VII lo nombró su prelado particular, porque había convertido a dos rabinos al catolicismo.

 

En plena guerra de Independencia entre Francia y España, Teresa de Mier fue militar del cuerpo de Voluntarios de Valencia, combatiendo en algunas batallas; al final se incorporó a la Sociedad de Caballeros Racionales. Un día se encontraba en Cádiz durante los preparativos para la celebración de las Cortes constituyentes, cuando llegó la comisión de América y vio que se encontraba Lucas Alamán, un novohispano criollo con el que había entablado amistad en París y quien lo invitó a unirse a la bancada americana.

 

Pero otro miembro de la diputación era Miguel Ramos Arizpe, un criollo con el que Teresa de Mier entabló una amistad por su ideología liberal, por lo que ambos se convertirían en rivales políticos de Alamán durante los primeros congresos constituyentes mexicanos.

 

Años más tarde, conoció en Londres al revolucionario español Xavier Mina, con quien acordó hacer una expedición a Nueva España para pelear por la independencia del virreinato, misma que iniciaron en mayo de 1816; tras hacer escalas en diversas ciudades estadounidenses, en abril del siguiente año desembarcaron en Soto La Marina, aunque fue encerrado nuevamente por el Ejército Realista y enviado a La Habana. Escapando por sexta ocasión, se refugió en Filadelfia, donde permaneció hasta la consumación de la independencia.

 

A su vuelta se convirtió en diputado al primer congreso mexicano por el estado de Nuevo León y después fue diputado al segundo Congreso Constituyente. El 13 de diciembre de 1823 pronunció su "Discurso de las profecías", en el que se manifestó en contra del sistema federalista; otras obras de relevancia son sus “Memorias”, además del “Manifiesto Apologético” y la “Idea de la Constitución”, en la que cuestionaba el modo de organización del nuevo país y la adopción o rechazo de la forma monárquica o republicana, así como sobre el centralismo o el federalismo estatal.

 

Recluido en el Palacio Presidencial, que le había cedido el propio Guadalupe Victoria, primer presidente constitucional, Fray Servando Teresa de Mier vivió sus últimos años entre la admiración y la crítica de sus conciudadanos; falleció el 17 de noviembre de 1827 en una de las habitaciones, siendo enterrado con honores en la cripta del antiguo convento de Santo Domingo, pero en 1861 su cuerpo fue exhumado y encontrado momificado para luego ser exhibida como Víctimas de la Inquisición. Algunas de las momias fueron vendidas a un italiano y, aunque se desconoce el paradero de sus restos, se cree que están expuestos en Cholula, Puebla.

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