Un artículo publicado en el medio The Economist afirma que hay un incremento en los últimos tiempos del rechazo a la inmigración en países ricos entre ellos, Australia, Gran Bretaña y Estados Unidos, postura que ha llevado a los gobiernos a implementar políticas para de restricción.
Se asegura en la publicación que, en los últimos 3 años, hasta 15 millones de personas han migrado a países ricos, lo que representa el mayor aumento en tiempos recientes. Tan solo el año pasado, 3 millones de personas aproximadamente emigraron a Estados Unidos, 1,3 millones a Canadá y 700 mil a Reino Unido.
En la Unión Americana, cerca de la mitad de sus habitantes están a favor de deportar a todos los extranjeros que viven en el país ilegalmente, mientras que en Australia solo el 10% de sus pobladores apoya la llegada de migrantes.
No solo la población rechaza la inmigración, sino que los gobiernos han optado por impulsar medidas y discursos dirigidos a reducir el flujo migratorio, destacando la propuesta del expresidente norteamericano Donald Trump, quien asegura en sus mensajes de campaña proselitista que impulsará una deportación masiva que afectaría a aproximadamente 7,5 millones de personas.
Más aún, Australia, Gran Bretaña y Canadá están tomando medidas contra las universidades 'fábricas de títulos' que ofrecen cursos que permiten el ingreso de personas cuya verdadera intención es trabajar.
Otros países ponen trabas para que los inmigrantes traigan a sus familiares con ellos. El mes pasado, el presidente Joe Biden anunció medidas para impedir que quienes crucen ilegalmente la frontera sur de Estados Unidos reciban asilo". De acuerdo con The Economist, dichas medidas y discursos coinciden con un periodo de altos movimientos migratorios, aunque apunta que este pico podría haber llegado ya a su final, por la menor oferta de empleos en dichos países o por las medidas antiinmigración que han establecido sus gobiernos.
La migración a Canadá se ha reducido casi a la mitad de su reciente pico alcanzado, mientras que en la Unión Europea, el número de personas deportadas a sus países de origen ha aumentado un 50% en los dos últimos años. The Economist destaca que algunas medidas antiinmigración, sobre todo aquellas que plantean deportaciones masivas, tendrían serias consecuencias económicas, pues "con el tiempo, los países ricos, que tienen poblaciones que envejecen, necesitarán más trabajadores jóvenes y con ganas de trabajar. Esto se debe a que pocos políticos hablan de medidas como aumentar drásticamente la edad de jubilación o cómo hacer que la atención sanitaria sea mucho más eficiente.
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