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Habitantes de Gaza encuentra bálsamo en la música

  • Información 25
  • 6 jun
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 6 jun

La página de la Organización de Naciones Unidas da cuenta de lo que ocurre en la plaza Al-Jundi Al-Majhool, ubicada en el centro de la castigada ciudad de Gaza, y en donde acordes musicales se escuchan entre las tiendas de campaña donde "habitantes" muchos gazatíes que lo perdieron todo en los bombardeos de la aviación judía.


La plaza es hoy un campo de desplazados con cientos de familias expulsadas de sus hogares por más de 19 meses de guerra, y entre ellas se encuentra Ahmed Abu Amsha, profesor de música que es de alguna forma un trovador humanitario, de acuerdo con el reportaje.


Amsha vive con su familia en una tienda de campaña, y mantiene una luz de esperanza enseñamdl música a niños desplazados, actividad que les da unos momentos de alegría.


Abu Amsha es un profesor de guitarra y coordinador regional del Conservatorio Nacional de Música Edward Said. Originario de Beit Hanoun, él y su familia han sido desplazados 12 veces desde el inicio de la agresión israelí, y nunca han abandonado sus instrumentos en cada mudanza.


Sentado junto a botellas de agua fuera de su tienda, con una guitarra apoyada suavemente en el regazo, explica a Naciones Unidas que

“son lo único que nos mantiene con esperanza”.


El día a día vida el campo se desarrolla entre penurias: callejones estrechos, filas para el agua, y en suma, una lucha constante por sobrevivir. En este duro entorno, Abu Amsha ha creado el Gaza Bird Singing, grupo musical formado por niños desplazados con talento.


La idea surgió durante un periodo de desplazamiento en Al-Mawasi, Jan Younis, donde empezó a enseñar a los niños a cantar y tocar. Desde entonces, el grupo actua en varios campamentos y su música ha irrumpido en las redes sociales, ofreciendo un galo de esperanza entre tantos escombros y destrucción.


Su hijo Moein, quien toca el ney, instrumento de viento similar a una flauta, refiere que “nos han desplazado más de 11 veces, y siempre llevo mi ney conmigo. Es lo único que me ayuda a olvidar el ruido de los bombardeos”.


Yara, oven violinista que aprende bajo la tutela de Abu Amsha, doce que cada nuevo desplazamiento aumenta su ansiedad, "pero cuando tengo miedo, toco. La música me hace sentir segura”.


Los niños se reúnen bajo los techos de lona del campamento, para tocar, intentando trascender la horrible banda sonora de la guerra, en un lugar despojado de todo lo necesario, el sonido de la música se siente a la vez surrealista y sagrado.


Una historia de vida entre tanta muerte y destrucción, que es importante conocer.


(Con información de Naciones Unidas

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