El Papa Francisco: un pontificado de 12 años marcados de retos, luces, reformas y compromisos

En un largo texto del medio oficial de la Santa Sede,  Vatican News, se plasma el sello de los 12 años de pontificado del papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, marcado por reformas, reestructuración eclesial, compromisos por la paz, por los pobres y los migrantes, en el horizonte de la innovación y la fraternidad.

“Comenzamos este camino, obispo y pueblo”, fueron las primeras palabras pronunciadas desde el Balcón de la Bendición el 13 de marzo de 2013, ante una multitud que desde hacía un mes abarrotaba la Plaza de San Pedro, bajo la atención mundial tras la renuncia de Benedicto XVI. El recién elegido Papa de 76 años, escogido “desde el fin del mundo” por sus hermanos cardenales, pidió una bendición, y rezó un Ave María con la gente, con un italiano que no había practicado dadas sus escasas visitas a Roma, y estaba listo para preparar sus maletas después del Cónclave.

Permanecería ahí por 12 años.

Apunta que, en línea con su ministerio pastoral en Argentina, el Papa Francisco manifestó su cercanía a la gente en todos los años de su pontificado de diversas maneras: con visitas a los empleados vaticanos en las oficinas, con los Viernes de la Misericordia en el Jubileo de 2016 en lugares de marginalidad y exclusión, con los Jueves Santos celebrados en cárceles, asilos y centros de acogida, con la gira por parroquias de la periferia romana, con visitas sorpresa y llamadas telefónicas.

También lo manifestó en cada viaje apostólico, empezando por el primero, a Brasil en 2013, heredado del programa de Benedicto XVI, del que se recuerdan las imágenes del papamóvil atascado en medio de la multitud.

El largo editorial destaca que el Papa Francisco fue el primero en muchas cosas. Primer Papa jesuita, primer Papa originario de América Latina, primero en elegir el nombre de Francisco sin numeral, primero en ser elegido con su predecesor aún vivo, primero en residir fuera del Palacio Apostólico, primero en visitar tierras nunca tocadas por un Pontífice, primero en firmar una Declaración de Fraternidad con autoridades islámicas.

También fue el primer Papa en tener un Consejo de Cardenales para gobernar la Iglesia, en asignar funciones de responsabilidad a mujeres y laicos en la Curia, en lanzar un Sínodo que implicaba por primera vez al Pueblo de Dios, en abolir el secreto pontificio para casos de abuso sexual y en suprimir la pena de muerte del Catecismo.

Incluso, primero en dirigir la Iglesia mientras en el mundo no hace estragos “una” guerra, sino muchas guerras, pequeñas y grandes, libradas “a pedazos”. Una guerra que “siempre es una derrota”, como repitió en los más de 300 llamados, incluso cuando le faltaba la voz, que ocuparon sus últimos pronunciamientos públicos desde el estallido de la violencia desde Ucrania hasta Medio Oriente.

Dice el texto que Francisco, de nombre secular Jorge Mario Bergoglio, probablemente no hubiera querido que el concepto de “primero” se asociara a su pontificado, sino para iniciar procesos. Procesos en curso, procesos concluidos o lejanos de serlo, procesos probablemente irreversibles, incluso para quien lo suceda en el trono de Pedro. Fueron acciones generadoras de “nuevos dinamismos” en la sociedad y en la Iglesia, siempre en el horizonte del encuentro, del intercambio y de la colegialidad.

En estos años con escasos recesos para el descanso y la cancelación de las vacaciones papales en Castel Gandolfo, hubo momentos difíciles incluyendo procesos judiciales encabezados por el juicio por la gestión de fondos de la Santa Sede-, el caso Vatileaks 2, abusos y corrupción, y la publicación de libros carentes de “nobleza y humanidad”.

No faltaron los sufrimientos por su salud producto de las operaciones en el Gemelli en 2021 y 2023, luego el ingreso en el mismo hospital, de nuevo en 2023, por complicaciones respiratorias, y después los resfriados, gripes y dolores de rodilla que lo obligaron a desplazarse en silla de ruedas los últimos 3 años.

Las dificultades no impidieron su intensa actividad o presencia en los acontecimientos: más de 500 audiencias generales, 10 consistorios para la creación de 163 nuevos cardenales que restituyeron la universalidad al rostro de la Iglesia; más de 900 canonizaciones incluidos los predecesores Juan XXIII, Juan Pablo II, Pablo VI; la convocatoria a “Años Especiales”, entre ellos los de la Vida Consagrada, San José y la Familia; 4 Jornadas Mundiales de la Juventud: Río de Janeiro, Cracovia, Panamá y Lisboa. Además, 2 Jubileos: el Jubileo Extraordinario sobre la Misericordia en 2016 y el Jubileo Ordinario de 2025, actualmente en curso, bajo el lema “Peregrinos de la Esperanza”.

El documento publicado en Vatican News desmenuza con precisión muchas de las acciones que distinguieron el papado de este pjntífice reformador, y concluye que Jorge Mario Bergoglio fue un Pontífice que buscó la cercanía con el gran público mediante entrevistas, libros, prólogos, autobiografías.

Un Papa del que, se recordará seguramente una imagen: la de él, solo, cojeando, bajo la lluvia, en el impresionante silencio del confinamiento roto por el sonido de fondo de una ambulancia, mientras cruzaba la Plaza de San Pedro en plena pandemia de Covid. Fue la Statio Orbis, el momento de oración del 27 de marzo de 2020, con el mundo encerrado, mirando pasar a un anciano que parecía llevar sobre sus hombros todo el peso de una tragedia que trastocó la vida y las costumbres cotidianas. La humanidad estaba angustiada, pero el Papa habló de esperanza, y de fraternidad:

“Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo todos llamados a remar juntos”.

El legado de Francisco es todo un reto para quien ocupe el trono de San Pedro: el camino está, ahora veremos si su sucesor lo sigue o da marcha atrás, aunque hay cosas en las que difícilmente se podrá retroceder.