Cada 1° de septiembre, el Presidente de México rinde su informe anual al Congreso de la Unión para ofrecer el balance del estado de la Administración Pública, así como de las decisiones tomadas entre el 1 de septiembre del año anterior y el 31 de agosto del año en curso.
La Constitución de 1824 sentó las bases del informe ya que en su artículo 120 se estableció que los responsables de cada Secretaría de Estado estaban obligados a dar cuenta de la situación en la que se encontraba su respectivo ramo; el artículo 63 de la Constitución de 1857 establecía que a la apertura de sesiones del Congreso asistiría el presidente de la Unión y pronunciaría un discurso en que manifieste el estado que guarda el país. Dicha norma fue heredada por la Carta Magna de 1917.
El primer presidente en rendir un informe fue Guadalupe Victoria, quien a pesar de no estar obligado se presentó ante el Congreso el 1 de enero de 1825 para dar a conocer que, a pesar de los problemas económicos por los que atravesaba el país, se había logrado vestir, armar y aumentar el ejército, pagar los sueldos atrasados de los empleados y atender en la medida de lo posible la administración de justicia. Victoria creó la tradición de asistir a la presentación del informe al Congreso, fecha que años después se conoció como el “Día del Presidente”, un evento que ha servido para atacar la política de grupos contrarios a la facción que ordenaba desde la Presidencia.
¿Sabías que Pascual Ortiz Rubio propuso en 1930 dejar de celebrar el 6 de enero como el Día de los Santos Reyes para festejar a Quetzalcóatl? ¿O que Abelardo L. Rodríguez promulgó su "resumen" de 1934 en siete horas con 35 minutos? Porfirio Díaz ofreció al país 61 informes durante todas sus etapas como mandatario, mientras José López Portillo fue ovacionado en 40 ocasiones durante su sexto discurso, en 1982.
La primera vez que el mensaje se transmitió por televisión fue en 1950, durante el Gobierno de Miguel Alemán Valdés. Así se mantuvo esta costumbre basada en la ley, y se recuerdan entre otras cosas los maratónicos mensajes de Luis Echeverría, las lágrimas de José López Portillo, la interpelación de Porfirio Muñoz Ledo a Miguel de la Madrid, o los abucheos a Carlos Salinas, entre otros incidentes.
Sin embargo, a partir del último mensaje de Vicente Fox en 2006, se terminaron los discursos desde la tribuna de San Lázaro, pues ante el desconcierto de los partidos políticos que iban en su contra, decidió entregar su resumen al presidente de la Mesa Directiva y después dar un breve mensaje en cadena nacional.
De hecho, Fox emitió el informe más corto en la historia, al constar de sólo 65 palabras.
Al presentar su Primer Informe en 2007, Felipe Calderón apenas estuvo algunos minutos en tribuna y tras la nula posibilidad de ofrecer un mensaje, por la presión de sus opositores, se retiró después de entregar las cuentas de su gobierno por escrito.
Fue a partir del Segundo Informe, aplicando la reforma al artículo 69 constitucional que eximía al mandatario de asistir al Congreso, que se dio por concluido el "Día del Presidente" a medias, porque a pesar de que no tuvo tribuna libre, adquirió su propio espacio, es decir, el Auditorio Nacional, para rendir cuentas y no perder presencia.
Enrique Peña Nieto haría sus informes ante un selecto grupo de invitados entre políticos, empresarios y personajes públicos, mientras que Andrés Manuel López Obrador opto por realizar varios informes a lo largo del año, con el impasse ocasionado por la pandemia de coronavirus.
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